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Elecciones de 2022

  • Foto del escritor: María Roda
    María Roda
  • 23 ene
  • 2 Min. de lectura

El país parece un avión en ese instante previo al aterrizaje en el que no se sabe si se va a chocar contra el suelo. Este avión, que no es ni mucho más que una mano de repuestos engallados hasta el punto de llegar a parecerse a algo, lleva orbitando a la deriva, botando gasolina por los aires desde hace tiempos. El piloto es un títere de un marrano, manejado por un engranaje, enlazado con líneas de perico que, misteriosamente flotan, como si se tratara de una red de telarañas enmarañada en las paredes de la cabina de vuelo y se conectan, gracias a la fuerza del Sagrado Corazón con un ente invisible, que se alimenta de petróleo y de criptomonedas. El avión ni siquiera funciona. Lo llevan cargados en la espalda una nube de muertos que solo se pueden contar en cifras.

Ha pasado una ventisca, un cambio de dirección en las corrientes que vienen del norte del país. ¿Corrientes costeñas? ¿Un cambio? El avión se desequilibra y el público se sorprende. Uno dice: "Ahora sí que nos vamos a caer." Otro, ya con ganas de llegar por fin a su destino, dice: "Eso, por fin un cambio. Este sí va a ser." Pero el viento cambia cuatro años y seguimos orbitando.

Miro por la ventana. Estamos pasando por encima de unas montañas verdosas, a su lado, el mar. ¿Qué va a pasar si aterrizamos por acá? ¿Terminaremos ahogados si el avión cae en picada? ¿O saldremos finalmente de este asqueroso encierro con hedor a sangre y a billetes de 100.000 arrugados en el bolsillo de un pantalón de paño? Solo me queda cerrar los ojos e imaginarme a los pasajeros haciendo la colombianada de aplaudirle al piloto. Porque no creo se aplauda porque el vuelo estuviera fenomenal, ni porque el piloto haya puesto los ríos y los valles que se pudieron ver por la ventana. Creo que se aplaude porque, a pesar de la incertidumbre y desconfianza que sentimos en ese instante previo a llegar a tocar la tierra, seguimos teniendo fe en que vamos a salir de esta, porque seguimos creyendo en la vida.

 
 
 

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