2 de agosto de 2017

2 de agosto de 2017

Estábamos en la casa de Magenta con el Discóbolo y veíamos una película en un cine y besaba a Magenta y tenía un piercing en la lengua. Luego salíamos del cine y llegaban más amigos, entre ellos, Púrpura Caldo. Entonces íbamos al Chorro a tomar, pero antes íbamos a la casa de Púrpura, que decía que era "cerca". Yo estaba en toalla y a veces se me caía y se me veía todo. Era bastante vergonzoso. Luego estábamos caminando más o menos por el Hotel Tequendama y nos encontrábamos con los papás de Púrpura. El papá sostenía una serpiente en la mano y nos saludaba de beso. La mamá hablaba con la mamá de Irene Ostras de cosas de hippies. Luego llegaba mi madre en el Volkswagen con Antonia y nos decía que no nos podía acercar y yo decía que me quedaba con Púrpura, que me cargaba con sus langarutos brazos.

Íbamos hacia el Chorro por calles, de esas llenas de casitas, construidas a la loca, de manera desesperada, de muchos colores, que guardaban el alma de la gente, de esas casitas que hay en lo que llaman "barrios de invasión", pero que los únicos invasores son los que obligaron a esa gente a huir de donde venían y asentarse en esos barrios...el caso.

Pasó el tiempo, supongo que habíamos tomado. Era de día y estábamos en Les Landes, en Francia, en un bus E61. No sé por qué, pero tenía un gatito en el bolso, un Goya bebé, y se salía. Lo tratábamos de atrapar, pero se nos iba, hasta que se salió por un hueco. Yo grité, desesperada y llena de adrenalina para pedir que pararan el bus, hasta que al final lo pararon. Salí corriendo por la carretera, buscando desesperadamente mi gato, cuando un anciano me dijo en francés: "Il y a un truc blanc lá sous la terre." (Allá debajo de la tierra hay una cosa blanca), y me señaló un tumulto de tierra. Cavé hasta que encontré a mi gatico, que tosía tierra y estaba herido en el lomo. Lo alcé y lo llevé al bus, donde estaban todos preparados con un kit de primeros auxilios.

(...)