Carnaval
- María Roda
- 11 jul 2022
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 18 jul 2022

Después de tres tamales de pipián, dos salpicones de Baudilia, tres empanadas y dos cucharadotas de manjar blanco, Mercedes había dejado a Olga y a su hermana salir a jugar por los alrededores de la casa. Estaba aburrida de escuchar la cháchara de su abuela, de su tío, de su mamá, de su tía abuela y de su papá sobre posibles proyectos arquitectónicos a futuro en la finca de sus familiares patojos. Cuando se aburrió de mirar por la ventana mientras perforaba la servilleta de tela con un hilo grueso y marrón para hacer una cruz, como le habían enseñado, convenció a Mercedes, a través de una serie de pataletas y chantajes, de dejarla salir. Llevaba una camiseta roja y tenía las rodillas raspadas. Tenía el pelo largo hasta la cintura y la cara redonda, con una ligera papada y los cachetes rojos. Sentada, sobre el andén, se concentraba en mirar a los niños grandes que estaban del otro lado del parque. Tenían jeans rotos descaderados y las dos mujeres tenían puestas unas ombligueras de colores y estaban peinadas con chaquiras. Estaban escuchando música con un walkman mientras se maquillaban para el carnaval. Llevaban unas mochila, de la que iban sacando chécheres para ponerse.

-Martina, ¿por qué crees que mamá no nos deja ir al desfile?
La niña estaba ensimismada en dibujar caritas felices en la tierra con un palo y no le paraba bolas a lo que le decía su hermana, que se había parado y caminaba, poniendo un pie, frente al otro, de tal manera que trazaba una línea invisible. Miraba a los adolescentes. Ella también quería que la maquillaran. Nunca había estado en un carnaval y, desde que se enteró que iban a estar en Popayán durante las fechas del evento, no paraba de hablar de eso. Estuvo fumigando a Mercedes y a su papá durante las nueve horas de viaje en carro, preguntando absolutamente todo sobre el Carnaval. "¿Y por qué se llama de negros y blancos? ¿Y la gente en serio se pone betún en la cara? ¿ Y hay niños en el carnaval? ¿ Y ponen luces para decorar las calles?¿Por qué no hay carnavales en Bogotá?"
Ver a los niños grandes del otro lado del parque era solo un preámbulo de lo que habían construido sus expectativas. Se veían chéveres, Olga les quería hablar. Se acercaba cada vez más a ellos. Le daba pena, pero a la vez se moría de las ganas.
Miraba de vez en cuando a su hermanita, que se había agachado sobre la tierra y parecía una rana.
-Martina, ¿me acompañas a hablarles a los niños de allá?
La niña clavó el palo sobre la tierra, como la bandera de Neil Armstrong al coronar la llegada a la luna. Miró a los niños grandes, luego a su hermana.
-Mamá dice que no hablemos con extraños.
-Pero, ¡mira! ¡Son muy chéveres! Mira cómo se arreglan para el carnaval.
Martina se levantó de su sentada de rana, puso los brazos en olla y miró sus dibujos terminados. Luego, comenzó a dar vueltas alrededor de ellos.
Olga pensaba que debía estar haciendo el oso con los grandes, que debían pensar que ella era una rola que además se ponía a hacer cosas de niños de Kinder. Se paró erguida y dejó a su hermana con el dibujo de lodo.
Caminó rápidamente hacia los grandes. Las rodillas le temblaban, pero estaba decidida. La iban a maquillar e iba a hacer amigos payaneses. Luego iba a ser como en Hey Arnold que los niños jugaban en la cuadra. Cuando llegó a donde los grandes, abrió la boca para sonreír. Y ¡tome p'a que lleve! La cabeza redonda de Olguita quedó cubierta de espuma de afeitar. La nube se devolvió, derrotada hacia su hermana, que estaba que se había tirado al piso de la risa.

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