Es domingo y llueve

Mi Federico,

Te escribo en otro de mis insomnios. Es muy raro pero en Suba, y en general en Bogotá, los domingos siempre hace sol en la mañana. Eso se contrasta con la tarde, que es más bien apagada y solo dan ganas de prepararse un chocolate caliente y de ver la semana morir.

Hoy bajé y vi a mi abuela. Está muy blanca, casi azul. Mis tías trataban de hacer funcionar su cama, porque estaba en una posición muy rara, pero al final, la única que lo logró fue Maria Luisa. Me contaron anécdotas de infancia. Mi abuelo era una persona que ayudaba mucho a la gente, alguien muy vital y muy claro con sus vainas. También con una energía que invitaba a la congregación. Nadie en mi familia heredó eso. Quizás Antonia, pero ella ha cambiado mucho. Se ha vuelto cerrada, antipática y depresiva. De pronto es chévere con la otra gente, pero con mi madre y conmigo es antipática.

Me hace falta. Hace frío en el piso de arriba de la casa.

Te queda bien el negro. Cuando te vistes de negro, tus ojos se ven aún más profundos de lo normal. Son como el espacio sideral. Me embobo mirándolos. Y tus pestañas se ven más marcadas. Tienes mejores pestañas que yo. Son largas y abundantes. Como tu pelo, que crece más rápido que la enredadera junto a la tina.

Aunque definitivamente lo que más me enamora es tu sonrisa. Sé que suena clichesudo, pero cuando te ríes, es como si estuvieras hecho de neón, como si fueras un atardecer de neón y brillaras en medio de la oscuridad de Neo-Tokyo.

Recuerdo hace ya como tres semanas, o cuatro... no sé, cuando estábamos en mi cuarto y solo hacíamos pereza y me la montabas con las cosquillas y solo estábamos ahí y ya. Extraño esa mamadera de gallo. Quiero hacerte cosquillas y no dejar que me molestes jijiji.

La distancia me ha hecho darme cuenta de que ya no quiero que cuando estemos juntos perdamos el tiempo con discusiones bobas, siento que solo quiero estar contigo porque eso ya me hace la persona la más feliz del mundo sin la neura de que siempre estemos haciendo cosas o de que todo sea perfecto. Quiero aprender a debatir contigo y a escuchar. Eres un Man muy inteligente y culto y a veces, por dármelas, te menosprecio.

Me paso todo el día pensando en ti, en qué andas haciendo, si estás bien. Me preocupa que estés estresado y quiero hacer todo porque estés tranquilo en la medida de lo posible. Igual yo sé que eres re piloto y que no copias de visajes.

Mi cama es tan grande, que quepo ocho veces en ella, pero el colchón esta helado y se caen las cobijas. Extraño tu camita de carritos que si uno la conecta, suena.

Ya quiero abrazarte. Cuando te vea, te voy a dar tantos besos, que vas a quedar con la boca hecha una uva.

La única cosa que es segura es que mi futuro es contigo.

Nos vemos en la farra de mi subconsciente de esta noche. Espero que no haya speed.

Con cariño,

tu María, que te ama.