EXPEDICIÓN KEPLER-75
- María Roda
- 28 jun 2022
- 5 Min. de lectura
Miro frente a nosotras: el universo sobre el panel de control.
—Me perturba que en la Tierra haya pasado tanto tiempo desde que despegamos. —Al romper con el silencio, un mechón de pelo se desprende de tu cola de caballo. Lo agarro. Es negro y suave. Mi dedo lo recorre hasta la punta.
—No vale la pena pensar en eso ahora. — Con mi pulgar te palpo la mejilla, luego los labios. Descobijas tus dientes al sonreírme de vuelta. Nuestros meñiques se acarician tangencialmente.
Pones el piloto automático.
Si es posible rastrear el origen de la pandemia, se trata de un virus que evolucionó debido al exceso de radiación acumulada en la zona sub-acuática del Meridiano 55 Oeste, en el Océano Índico.
Me sueltas la moña. Metes la mano en medio de las raíces de mi coronilla. Tus pecas se confunden con las estrellas. Me acaricias el cuello, el calor del cosquilleo me invade por toda la espalda, levanta cada filamento de mi columna vertebral, trazando un camino del tálamo al coxis. Desciendo hacia tu clavícula. Con el índice te palpo de izquierda a derecha, suavemente, de manera que se sienta casi adyacente mi dedo sobre tu piel. Sonrío. Me regalas las comisuras de tus labios y te acercas hacia mí.
A pesar de que el paciente cero fuese rastreado en la isla francesa de La Reunión, en el año 2025, el virus llegó a su cénit a lo largo de la década de los años treinta, periodo que coincidió con el emprendimiento de fundamentales expediciones espaciales, a raíz de una mejora técnica: vehículos equipados con gravedad cero y la capacidad de viajar hasta al 85% de la velocidad de la luz.
“It’s really exciting to have the though that we are the first humans to reach the borders of Andromeda”, dijo Malcom González, científico de la Universidad de Brown, encargado del departamento de investigación del proyecto en una entrevista para el Washington Post.
“Ce n’est pas une question de trouver les conditions de vie pour que l’humanité quitte la planète, c’est néanmoins une chance de témoigner au-delá des barrières du possible pour trouver des réponses aux problématiques dans notre propre entourage.”, explicaba Isaure Cazenave en una rueda de prensa cinco días antes del despegue.
Acerco mis labios a los tuyos. Cierro los ojos. Cinco minutos en los que recorro tus poros, los pequeños filamentos que te cubren la piel de los brazos, tus papilas gustativas, los nervios bajo tu lengua, la cantidad exacta de saliva que pasa por dentro de tus labios hacia tus dientes, puedo sentir por debajo del traje tu corazón a ciento veinte pulsaciones.
Gracias a los estudios realizados por la Asociación India de Microbiología, es posible localizar geográficamente el desarrollo de la epidemia, así como la mutación de las cepas.
El paciente cero se manifestó en 2025 en un centro médico de la Isla de La Réunion y en abril de 2026 se ubicaron siete casos en diferentes áreas de Europa Occidental.
Me tumbas al suelo. Caes conmigo.
Posteriormente se supo de dos pacientes no diagnosticados en Serbia y de tres en Lituania.
Tus hoyuelos, tus dientes, tu boca. Soy tan capaz de sentir debajo de nosotras todos los engranajes que componen su superficie, como soy capaz de pensarme dentro de los tuyos. Deslizo mis manos por debajo de la silicona del traje, siento las capas de fibras que me separan de tu piel. Llego al núcleo, a tu pecho. Es suave y húmedo. Tus senos me caben en las manos.
El presidente Jean-Luc Mélenchon realizó un llamado a la Organización Mundial de la Salud para alertar sobre la aparición del virus y generar un control aduanero. La ONU reaccionó rápidamente y comenzó a financiarse un plan de investigación, focalizado en París.
Mis dedos ya no son tímidos. Quieren saborear cada partícula de sudor que los rodea. Llego a tus pezones, se ponen erectos, se sonrojan, se arrugan apenas tienen contacto con ellos. Se aventuran a pellizcarlos. Se acelera tu frecuencia cardiaca. Suspiras en la parte trasera de mi oreja. Bajas la cremallera, pellizca el algodón. Me miras a los ojos. Tu iris marrón brilla, como los soles que nos rodean. Me despojas de ropa y quedo completamente desnuda. Besas mis lunares mientras llegas al ombligo.
Esta medida permitió reconocer el modo de actuar del virus, así como un marco sintomático que consistía principalmente en lo siguiente:
Me abres las piernas con fuerza.
A diferencia de otros genes del VPH, esta cepa se manifiesta en personas de los dos sexos.
Me reclino contra el suelo.
FASE I. Semanas I a VI:
-Desde la primera semana del contagio, el paciente comienza a experimentar una serie de anomalías en la dermis del pubis, unos brotes similares a los que aparecerían en pacientes afectados por la bacteria Neisseria gonorrhoeae, pero que llegan hasta los 2 µm de diámetro. Pueden confundirse con Nelus Melanocito. Asimismo, es común que en el momento de la aparición de dichos brotes, la zona cutánea adquiera una tonalidad ocre.
Miro hacia las vigas metálicas. Comienzo a sentir tu lengua en círculos continuos, uno tras otro. Pierdo el control de mi cadera. Me penetras con tu dedo índice, luego con el anular y el del corazón, luego incluyes el meñique. Comienza a brotar una cascada de mi pubis, que palpita desbocadamente, chorreando sobre el traje.
FASE II. Semanas V a X:
-Alteración en el cuello del útero.
-Alteración del glande. Resequedad en la zona del prepucio.
Subes. Cruzas las piernas contra las mías. Te rodeo con todo mi cuerpo. La frescura de tu aroma me cubre completamente.
-Dificultad al miccionar.
-Cefálea.
-Amigdalitis.
Al escaparse, pellizco con mis dientes tu labio inferior. Ahora las palmas de tus manos vibran sobre mi vagina.
FASE III. Semanas XI a XXX:
-Inicio de la fase terminal de la enfermedad.
-Fiebres altas y severas.
-Inmunodeficiencia.
-Muerte cardiovascular.
Contenerme es cada vez más difícil. Mis piernas tiemblan descontroladamente. Mueves las manos. Pierdo el control de mis músculos.
Modo principal de transmisión: contacto sexual a través del intercambio de fluidos genitales.
Tus manos vibran sobre mi pubis.
Te pellizco los pezones con fuerza. Me muerdes sin soltar la mandíbula mientras aceleras cada vez más, entre el cuello y el hombro.
Casos de transmisión intra-sanguínea poco frecuentes.
Tu piel ya no está adherida a la mía. Te desprendes. Nos recostamos sobre los trajes.
Brillas como la constelación a la que acabamos de llegar.
En 2035 el virus había afectado al 30% de la población mundial. El planeta se declaró en estado de emergencia. En 2040, la tasa de mortalidad aumentó al 200%. En 2042, desde la base espacial de Arizona, se envió un mensaje de alerta a las tres naves que se encontraban en la expedición Kepler-75 y que habían despegado en 2025 en busca de vida extraterrestre.
Una luz roja titila en la pantalla de mando. Me incorporo.
Un mensaje de la Tierra.
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