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30 días de escritura. Día 13: Escriba dos páginas sin puntuación

  • Foto del escritor: María Roda
    María Roda
  • 31 dic 2019
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 23 ago 2021

A mediodía los niños ya habían salido de las clases y caminaban apurados de un lado a otro con sus libros y sus loncheras mientras esperaban el sonido chillón de la campana que les anunciaría las actividades que les seguirían y que probablemente tendrían que ver con algún examen o algún parcial o quizás alguna prueba sorpresa pero no lo sabrían hasta que sonara ese pitido metálico que se mimetizaba con los fierros de toda la estructura de los corredores de esos pisos que llevaban al vacío con una perspectiva puntiaguda y en panóptico casi infinita pero también panorámica y laberíntica a través de la que recorrían como hormigas los cardúmenes y cardúmenes de personas que no eran conscientes de lo que iba a suceder a continuación cuando sonara el rin rin corre corre de la campana sino que merodeaban como si fuera cualquier otro día con sus libros y sus loncheras cada una con sus respectivas manzanas y huevos y con sus termos de La Sirenita o de Hello Kitty o quizás de los Power Ranger de todos los colores pero no de Dragon Ball Z porque esos se habían agotado el año anterior en el almacén al que cada septiembre iban agarrados de la mano de sus papás a adquirir lo que mostraban las vitrinas y lo que estaba exhibido en los anaqueles y siempre escogían el mismo modelo que sus compañeros no porque fuera el mejor sino porque era el que mostraban los comerciales que pasaban por las tardes en cada pantalla de cada televisor que tenía cada familia en sus casas aunque fueran pequeñas o grandes e incluso si eran lejos muy lejos en la periferia en las urbanizaciones que se acercaban cada vez más al campo a donde parecía que no llegara nada ni siquiera los servicios básicos pero de todos modos ahí estaban los televisores mostrando los mismos programas con los mismos muñequitos transmitidos en una franja familiar que se acababa con el noticiero siempre poniendo como primordiales las noticias deportivas y luego las que mostraban de una forma distorsionada lo que estaba pasando en el país y probablemente lo mismo ocurriría con el suceso que tendría lugar a continuación cuando sonaría la campana y que probablemente ni la mitad de niños era consciente de lo que iba a ocurrir porque las causas no serían políticas como era normal adjudicarlo a situaciones como estas pero finalmente sin ir más lejos todo es político porque todo es consecuencia de un sistema que conforma una sociedad pero en este caso no estamos hablando de una causa directamente política sino de algo más probablemente de algo difícil de describir con palabras y simplemente algo que los pocos testimonios de los niños a los que la prensa bombardeó con preguntas estúpidas como a Alejandra González que tenía doce años durante lo ocurrido y que van y se ponen a preguntarle que si estaba tragada de algún pelado en el colegio cuando ella estaba recuperándose no solo de las heridas de balas que tenía en una pierna y en el brazo sino también de haber visto morir a la mitad de sus amigos y que había dicho en una grabación a un día de la masacre que había sonado la campana y habían llegado esos veinte niños con escopetas a dispararle a quien se le atravesara y que ella al principio no entendía lo que estaba pasando porque estaba distraída hablando con un compañero pero que oyó que algo se toteaba al fondo del corredor y se asustó y se volteó y empezó a ver mucha sangre entonces empezó a correr y tiró todos los libros al piso y cada vez veía más sangre y se metió al baño y no sabe si pasaron dos días o una hora pero que cuando salió ya no había ruido y le dolía todo y se quería desmayar y entonces se encontró con la salida y cuando despertó estaba en el hospital donde cientos de papás ya estaban firmando el acta de defunción de sus hijitos y entonces ella se convirtió en una especie de heroína solo por haber tenido suerte y entonces hoy en día no sabemos nada de Alejandra González y la masacre se convirtió en un artículo más de Wikipedia y a la gente se le va olvidando y siguen llegando a sus casas y siguen mirando las pantallas y siguen yendo a los almacenes a comprar lo que les muestran las vitrinas y lo que está exhibido en los anaqueles y se les olvida que hace ya diez años sonó la campana a mediodía para darle término al recreo pero también para anunciar que Jesús Gómez y Ana Hernández y Maria José Espitia y Yeison Jiménez y Laura Posada y Valeria Martínez y Óscar Patiño y Valentina Téllez y Laura Contreras y Alejandro Otero y Juan Pablo Cárdenas y Daniela Páez y Enrique Lafaurie y Juan Pablo Arias y Brayan Andrés Blanco y Alberto Gómez y Mariana Mutis y Uriel Rodríguez y Paquito Rodríguez que tenía apenas ocho añitos entrarían armados al colegio Claustro San Sebastián y caminarían solemnes mirando al vacío con unos ojos secos y sin hablar entre ellos comenzarían a disparar primero a los curas luego a los profesores y luego a cualquiera que intentara huir o que se les atravesara por el camino y este suceso duraría alrededor de tres horas y luego se reunirían en el polideportivo y de manera coordinada se pondrían las armas en el cuello y terminarían con sus vidas y lo más extraño de todo es que después de lo que ocurrió y aunque hubo varias investigaciones y a pesar de que incluso se contrataron profesionales en medicina y psicología forense nadie nunca dio con las causas de algo que no era usual que pasara en una Colombia de esos tiempos en los que la gente vivía en comunidades en las que el folklore y la buena fe cristiana eran los pilares para la construcción de una patria con amor y humildad.

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