Sabina
- María Roda
- 13 oct 2020
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 23 ago 2021

En la cédula de Sabina Hederich, aparece anotada la estatura de 1.67, pero ella nunca se sintió cómoda con eso. Nació en Bucaramanga, Santander el 26 de noviembre de 1986 a las 10:42. Su signo solar es Sagitario y su signo lunar, Virgo. Su ascendente es Acuario, pero tiene Venus en Escorpio. Esta carta astral la ha predestinado, a lo largo de sus 32 años, a un sancocho de emociones. Por un lado, al ser Sagitario, es descuidada, despistada, espiritual y aventurera, pero sus emociones, canalizadas por la luna, la llevan a tomar decisiones estructuradas, pensando siempre en el otro. Aun así, es apasionada en el momento de sentir placer, entregándose por completo a la otra persona. Tiende a lo posesivo. Sus amigos, Nicolas y Maca, las definirían más como el perfil estereotipado de una persona Acuario: daría la vida por sus amigos y familiares, testaruda, carismática, buscando la conciliación en momentos de conflicto. Pero en el fondo, Sabina se siente más Sagitario. Abandonaría todo por viajar por el mundo, por salir de esa pequeña provincia, subirse en una chiva y recorrer Colombia con una mochila y una par de billetes con la cara de Policarpa Salavarrieta.
Sabina es delgada y tiene el pelo largo y negro y las cejas gruesas. Su piel es blanca, ocre, y se broncea con facilidad. De niña no le gustaban las faldas, mucho menos cuando se las tenía que poner hasta las pantorrillas y madrugar a misa en el colegio de Las Hermanas de la Santísima Trinidad. Su parte favorita de la cara es su nariz: le gusta que sea particularmente grande respecto al resto de sus rasgos. También le gusta su lunar en la mejilla izquierda.
Empezó a fumar a los quince, y desde entonces se fuma dos cigarrillos diarios. Uno en la mañana y uno en la tarde. Prefiere los Camel, pero cuando no los consigue, se compra media de L y M. Tiene un cuaderno donde colecciona flores prensadas que recoge en sus paseos vespertinos por los parques. Su flor favorita es el geranio.
Estudió Arquitectura en Bogotá, donde comenzó a volver a las faldas largas. La nostalgia de ver a las monjas caminar por las calles la inspiró para crear un estilo propio: Faldas largas, camisetas de cuadros, abrigos de Jean oversize y tenis. Cuando se graduó, volvió a Bucaramanga. Después de dos años de desempleo, encerrada en la casa de sus padres, consiguió un trabajo en México, en una oficina de arquitectos, como diseñadora.
Ahí conoció al amor de su vida: Pancho.
Sabina no tiene hijos. Planificaba con pastillas anticonceptivas marca Yasmin, pero le causaban serias crisis de depresión. Ahora utiliza el diafragma. Su parte favorita del cuerpo de Pancho es el ombligo, porque leyó en algún libro de Milan Kundera que era el centro del universo… o algo así.
Cuando tenía ocho años, se dio cuenta de que tenía un tercer ojo. Su abuelo, un señor alemán que se enamoró de una polaca judía y había inmigrado buscando refugio, murió tranquilamente una noche de luna menguante. Dos lunas después, Sabina se comunicó con él en un sueño.
El poder ver fantasmas hace a Sabina medio fantasmagórica. A veces al mirarse al espejo no se reconoce, se estresa y se prende un cigarrillo.
No le gustan las hormigas. De santandereana solamente tiene el carácter. Tampoco le gustan los tamales y es alérgica a las nueces. Si tuviera que escoger una comida favorita, se resignaría a tomar café y comer manzanas verdes por el resto de su vida.
Le gusta ir a cine sola. También le gusta ir a cine con Pancho o con sus amigos…pero piensa que las experiencias son distintas. Aunque con sus amigos prefiera hacer una maratón del Señor de los Anillos, o de la Guerra de las Galaxias, su película favorita es Agua, un largometraje indio que vio en un cineclub que frecuentaba durante sus estudios y que la marcó para siempre.
Sabina es una compradora compulsiva. Sobre todo si se trata de comprar artesanías. Su cuarto es un pabellón de curiosidades minuciosamente ordenadas, cada una acompañada de una anécdota distinta. Quien conoce a Sabina, estará lleno de regalos: utiliza el acto de regalar como pretexto para justificar su adicción.
Su peor pesadilla: el encierro.
Su animal totémico: una garza morada.
Su canción favorita: “El álbum de mi cabeza solo con fotos tuyas se llena”
Su trago favorito: Ron Viejo de Caldas con limón y sal en el Parque Mororrico.
Su amuleto: Una pezuña que encontró con Maca en un paseo que hicieron al páramo.
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